“El ALCA no murió, sigue acechando”

Fue el cierre de un encuentro organizado por la CTA. Varios de los participantes plantearon que el resultado del ballottage del 22 de noviembre puede torcer el proceso de integración en la región. Kicillof explicó los aspectos económicos del rechazo.

“Cada uno de nosotros trajo una pala, una pala de enterrador, porque aquí, en Mar Del Plata, está la tumba del ALCA: alca, alca, alca… al carajo.” Una década después de aquel discurso de Hugo Chávez que inauguró una época, dirigentes sindicales de países de América latina reivindicaron el proceso de integracional regional que se puso en marcha a partir de la histórica Cumbre de las Américas de 2005. “Fue la primera vez que lo que gritaba el pueblo en la calle coincidió con lo que resolvían los presidentes reunidos dentro de cuatro paredes”, rememoró el secretario de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, que ofició de anfitrión ante referentes de centrales obreras, funcionarios y ex embajadores que llegaron de toda la región para el recuerdo de los diez años del No al ALCA.

Entre recuerdos y anécdotas, contadas en primera persona por los protagonistas del ya mítico encuentro, el homenaje abrió un espacio para la reflexión sobre las consecuencias que el resultado del ballottage del 22 de noviembre en nuestro país tendrá sobre el rumbo político actual de la región. “El ALCA no está muerto, sigue acechando a la espera de penetrar en nuestros países”, advirtió el ministro de Economía Axel Kicillof, que compartió el panel de cierre con Yasky.

Ante un auditorio de Foetra repleto en su mayoría por docentes de todo el país y decorado con los colores de las banderas latinoamericanas, disertaron a su turno el presidente de la Confederación Sindical Internacional, el brasileño Joao Felicio; el secretario general de la Confederación Sindical de las Américas, Víctor Báez Mosqueira; el ex canciller de Uruguay, presente durante la cumbre, Roberto Conde, y representantes de las centrales obreras de Paraguay, Bolivia, Uruguay, Brasil y Cuba.

Al tomar la palabra todos ellos coincidieron en remarcar que el ballottage del 22 de noviembre define el futuro de la región. “El imperialismo no quiere más gobiernos populares y democráticos”, aseguró Felicio, quien comparó al candidato de Cambiemos, Mauricio Macri, con el referente de la oposición brasileña, Aécio Neves, que fue derrotado por Dilma Rousseff en segunda vuelta el año pasado. Felicio recordó que Aécio Neves “llamó a Macri para felicitarlo por el resultado” de las últimas elecciones. “Era el diablo brasileño llamando al satanás argentino, un enemigo de clase de los trabajadores argentinos”, dijo.

El ex canciller uruguayo, Roberto Conde, recordó por su parte a Néstor Kirchner “como un gran estadista” y aseguró que una derrota del oficialismo “aceleraría la más brutal derrota para los trabajadores latinoamericanos, que es la caída de Brasil del proceso de integración”. Para Conde, “las potencias centrales decidieron venir por todo, hay una nueva ofensiva ante la cual nuestra mayor resistencia es la integración”, señaló.

“Ahora está más clara que nunca la lucha entre dos modelos, tanto a nivel regional como en Argentina”, afirmó Yasky, que comparó el escenario actual con “las encrucijadas históricas” de los décadas del 40 y del 70. Y arremetió contra la “campaña del miedo” que le atribuye la oposición al gGbierno. “Ahora hablan de la campaña del miedo –dijo– porque le temen al reverdecer del debate, le temen a que la gente, desde abajo, tome en sus propias manos la discusión política sobre qué país quiere.”

Kicillof –de los más aplaudidos– se centró en los aspectos económicos del rechazo al ALCA. “Significó que miles de argentinos puedan tener trabajo en la industria nacional, que las pymes recuperen su rentabilidad, que haya crecido como creció el PBI”, explicó. Para el ministro de Economía, “el ALCA era un proyecto para todo el continente, diseñado en plena década infame de los 90 para que EE.UU. pueda manejar el continente como su patrio trasero”.

“Frente al ALCA estaban los temas que proponía Néstor para la generación de empleo, combatir la desigualdad y mejorar la calidad de vida de la población”, continuó Kicillof, citando los nudos centrales del documento que firmaron Néstor Kirchner, Hugo Chávez e Inácio Lula da Silva, entre otros presidentes, como conclusiones del encuentro de Mar Del Plata. “Al enterrar el proyecto del ALCA, estábamos enterrando en Consenso de Washington”, analizó Kicillof, quien de todas formas se ocupó de remarcar que aquel “proyecto del imperio” para América Latina “continúa siendo impulsado” por sectores políticos al interior de cada país.

“Ahora que hablan de cambio, los invito a entender que el cambio real empezó aquellos días de noviembre en Mar del Plata, basado en la dignidad de los trabajadores”, afirmó el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, que regaló el momento más cálido de la tarde al recordar a Néstor Kirchner como protagonista de la cumbre. “A Néstor no le gustaban las reuniones entre presidentes, le resultaban tediosas –contó Tomada–. Hasta que, fiel a su estilo, comenzó a desestructurarlas: le decía a Chávez `mi comandante`, por ejemplo.” “Ahí empezó a ver que lo seguían –continuó el ministro–. Y nos decía,‘che, ¿viste que acá se puede hacer política también?’.”

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