“Decididos a no dar un paso atrás”

“Decididos a no dar un paso atrás”

Los trabajador@s, cada uno con sus palabras, coincidieron ayer en ponerle un límite al Gobierno, porque “si nos siguen empujando vamos a terminar cayendo todos a la pobreza, no tenemos más resto”.

“Este es un pueblo que va a cruzar el Puente Pueyrredón las veces que sea necesario”, dijo Ferraresi.

 

El techo que la autopista 25 de Mayo les pone a los últimos 50 metros de la bajada del Puente Pueyrredón en territorio porteño funcionó ayer de caja de resonancia para la columna sur de la Marcha Federal, que pisó la ciudad de Buenos Aires al retumbe de “oooohhhh, vamos a volveeeer”. “¿Cuánto hacía que no pisábamos el puente?¡Qué lindo, mirá todas las banderas que hay!”, invitó Mirta, pechera de la CTA, cartelito identificatorio de “Patagonia cordillera”, a su colega Lucía, con mismas identificaciones. Llegaron desde Río Negro para “reclamar por los despidos, los tarifazos y decirle a (el presidente Mauricio) Macri, y a los golpistas de Brasil y a los de Venezuela que no van a poder, que vamos a volver”.

El partido bonaerense de Avellaneda fue, desde ayer a la madrugada, uno de los puntos de concentración finales de la marcha federal que las dos CTA organizaron con la mirada puesta en aquella primera edición de la multitudinaria movilización que en julio de 1994 metió 50 mil personas de todo el país en la Plaza de Mayo. Aquellos eran tiempos de pleno neoliberalismo, de Asamblea Constituyente habilitante de la reelección de Carlos Menem y entreguista de los recursos naturales del país. “Estos son tiempos de decirle a la clase gobernante que no puede empujarnos más porque nos vamos a terminar cayendo todos a la pobreza, que no tenemos más resto”, comparó Miguel, que llegó a Avellaneda desde el interior de la provincia junto con un grupo de “compañeros militantes” de la CTA. Juntos calentaron sus panzas con unos mates ayer por la mañana, sentados en la vereda de Mitre y Sarmiento. A sus espaldas, en la Plaza Alsina, esperaban que arranquen los discursos en el escenario, humilde pero suficiente para albergar a los secretarios generales de las diferentes delegaciones de la central de trabajadores que liderarían la caminata de siete kilómetros por el Puente Pueyrredón hasta la Plaza de Mayo. Todavía no eran las 10. De los micros desde Mar del Plata, Córdoba y La Pampa comenzaban a bajar trabajadores sobre la principal avenida del partido.

En Plaza Alsina, la concentración creció a medida que avanzaba la mañana. Cerca del mediodía, los referentes de la CTA de cada distrito confluyeron en la columna sur y sobre el escenario estuvieron listos para arengar en el último tramo de la movilización. Francisco y Carlos, curas en la opción por los pobres de Avellaneda, bendijeron un pan antes de comenzar la caminata. “Aquí solo hay pueblo reclamando por sus derechos”, destacaron. Recordaron al obispo Angelelli, al padre Carlos Cajade y a Alberto Morlachetti, de la organización social Pelota de Trapo –dos grandes figuras de aquella marcha federal de 1994 y de las marchas de los Chicos del Pueblo, organizadas por la CTA en los primeros 2000–, también al papa Francisco y finalmente recalcaron que “tierra, techo y trabajo son derechos sagrados, pan sin trabajo es humillación, trabajo sin pan es explotación. Este es un gobierno de ricos para ricos que despide con las manos vacías”.

El anfitrión de la partida hacia Plaza de Mayo e intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, consideró que la marcha federal “le pondrá un freno al avance neoliberal” del gobierno de Cambiemos. Lo aplaudieron todas las banderas, que ya para entonces eran muchas: múltiples delegaciones de la CTA, Suteba, CTEP, CNCT, La Cámpora, Patria Grande, Nuevo Encuentro. Y, con fuerza, los estudiantes de la Universidad Arturo Jauretche, una de las más nuevas de la provincia. Además de las banderas, portaron carteles de afiches azules que exigían boleto estudiantil y comparaban al presidente con un felino: “Macri gato”.

“Este es un pueblo que no se resigna, que se organiza, que va a cruzar el Puente Pueyrredón las veces que sea necesario”, advirtió el intendente, antes de dar la bienvenida a los trabajadores de la Patagonia y Cuyo.

Adriana, docente universitaria de San Carlos de Bariloche, partió el miércoles desde Río Negro en micros de la CTA. Hicieron primera noche en Neuquén y segunda en La Pampa. La caravana “Patagonia Cordillera” cosechó 10 micros colmados de trabajadores con pecheras, banderas y batucadas. “Estamos más unidos y organizados que antes, lo que necesitamos para dar la batalla que nos presenta este gobierno”, destacó.

–¿Por qué se batalla?

–En defensa de todos los derechos conquistados, en defensa de Milagro Sala, para pedir por su liberación, en defensa de los salarios, en defensa de la escuela pública para nuestros pibes, en defensa de una patria libre y soberana y una América Latina igual.

“Acá estamos”, insistió Adriana, “decididos a no dar ni un paso atrás”.

“Tenemos la historia en el hombro”, coincidía, entonces, Ferrarresi desde el escenario. El siguiente dirigente en hablar fue Tomás Montenegro, secretario de la CTA de Chubut. “Venimos a visibilizar lo que nos pasa en la Patagonia, a defender las tierras que les quieren entregar a los empresarios, a defender a los dirigentes que son estigmatizados, a defender a YPF”, gritó casi afónico. “Patagonia de pieeeeeee, patagonia de pieee”, le devolvieron los suyos. Chubut fue la punta de lanza de la caravana “Patagonia Costa”, que recorrió las ciudades a orillas del mar hasta confluir en mar del Plata y, desde allí, directo a Avellaneda. Más de 30 micros. En uno de ellos llegó Ariel. Es cordobés, pero hace un par de años que vive en Mar del Plata y desde allí se subió a la caravana costera. “Es necesario decirle a estos tipos en la calle que ya basta”, destacó. “Estos tipos” son “los gobernantes, no solo Macri , o quizá ni siquiera Macri: la patria financiera, los que se quieren llevar siempre todo, los que quieren imponer las reglas, históricamente siempre fueron los mismos e históricamente nosotros acá vamos a estar”, evaluó.

–Hay mucha gente hoy, diez cuadras de gente. ¿Alcanza?

–Impresiona la cantidad de gente y a mí me pone contento, pero no alcanza. Sigue habiendo una parte de la sociedad que no participa, que no se siente par de los trabajadores. Son los que compran dólares, recuerdo que cuando volvieron a permitir comprar dólares en los bancos, me los cruzaba. Tenían las camperas todas rotas, pero se desesperaban por comprar dólares. ¿Cómo le hablás a esa gente?

Montenegro, al igual que Jorge Molina, su colega de Río Negro, insistió en “la importancia del campo popular”: “Es hora de que los dirigentes trabajemos con generosidad y a pesar de las diferencias para que desde ahí nazca un proyecto de país”, apuntó.

Roberto Baradel, dirigente docente bonaerense y secretario general de la CTA de esa provincia, fue el último en hablar antes de la que la marcha enfilara para el puente Pueyrredón. Antes lo hicieron Pedro Wasiejko, el intendente de Ensenada, Mario Secco, y Cristian Miño, de la CNCT. Baradel recordó los doce años de gobiernos kirchneristas. “No fueron en vano, pero para que gobiernos así fueran posibles tuvo que haber organizaciones y trabajadores que resistieron dictaduras y neoliberalismo como estamos resistiendo ahora”, explicó. “El pueblo unido jamás será vencido”, remató. Los manifestantes le pusieron melodía y aplausos a ésa y a otras consignas, como “pueblo que lucha, gobierno que no escucha” o “Macri basura vos sos la dictadura”.

Los discursos terminaron y de inmediato los trabajadores se encolumnaron para empezar la caminata, que avanzó fluida y sin interrupciones hacia la ciudad de Buenos Aires. Algunos vecinos regalaron dedos en V y revoleos de mano. Algunos conductores, bocinazos de adherencia. Dos horas y media les llevó a las diez cuadras de manifestantes cruzar el Puente Pueyrredón. En San Juan y 9 de Julio la Madre de Plaza de Mayo Carmen “Tota” Guede se sumó a la cabecera, que aún seguía prometiendo “Vamos a volveeeer” con el que hizo su ingreso triunfal a territorio porteño. Avanzaron por esa arteria principal hasta Belgrano y, de allí, tomaron la Diagonal Sur en recta final hasta la Plaza, ya rebosante de banderas y bombos.